Pero no os llevéis a engaño, esto no es sencillo ni se puede
dar siempre. Evidentemente en nuestro caso, esto es así por que nuestras perras
han llegado a casa con pocos meses de edad y no han tenido la oportunidad de
aprender una conducta agresiva con nuestros gatos.
Del mismo modo, nuestra última adquisición gatuna, llegó con
apenas meses de vida sin haber desarrollado un odio innato hacia los perros.
Esto se hace patente en cuanto Lupe, Unna y Vi, cruzan la
puerta. Cualquier gato no conocido por ellas, activa sus instintos y es por lo
menos objeto de persecución. E igualmente he de decir por experiencias pasadas
con perros adoptados, que si bien llegan a convivir con gatos, a respetarse e
incluso a compartir cama y comida, se ha llegado a dar la triste situación de
que una de las perras matara a una gata.
En conclusión, tanto si tenéis perro como si tenéis gato, y
decidís incorporar un nuevo compañero de la “raza enemiga”, tened paciencia y
estad muy pendientes durante los primeros meses, y si todo va bien, veréis
grandes momentos en los que la amistad entre perros y gatos os resultará
sobrecogedora.